Tras la muerte del novelista en 1928, las instituciones y publicaciones surgidas del fascismo expansionista de Cataluña se lo apropiaron como si lo hubieran parido en Sant Feliu de Guixols. Lo cierto es que Blasco Ibáñez, en su adolescencia, se formó con lecturas de historiadores catalanes como Pi i Margall o Bofarull, quienes ya habían perpetrado la fantástica versión de una Edad Media donde lo valenciano era catalán. No obstante, la nefasta influencia historiográfica no le afectó al uso del valenciano moderno en su prosa, donde retrató a la sociedad valenciana en su grandeza y miseria, simbolizada esquemáticamente en los personajes de La Barraca: el tenaz Batiste y el siniestro Pimentó.

Los catalanistas tuvieron que esperar a la muerte del narrador para manipular su idioma y ofrecer al mundo un Blasco Ibáñez ‘normalitzat‘; es decir, un colaboracionista que escribía en catalán y, por tanto, era catalán. Dos años despues de fallecer, los carroñeros publicaban obras donde violaban el idioma del escritor y lo convertían en catalán: “tornada, vegada, jo, aquesta, Alboraia, ja que amb ella i amb el seu… novel·lista, sortida d’una…” (Blasco Ibáñez: Coses d’homens, 1930). Incluso los estudiosos de Blasco catalanizaron, supongo que involuntariamente, al universal literato. Así, en el saludo “¡Bon día mos done Deu!”1, o en “¡Condenats!”, los encargados de la edición de 1998 criticaban estas grafías por incumplir las normas catalanas de Pompeu Fabra de 1907, consolidadas, decían, en las de Castellón en 1932. Esta gente olvidaba que, en catalán, era “condemnat”; pero, en valenciano, “condenat a mort” (A. Cor. Aragó, Sec. R. de Valencia, L. 583, any 1621); “condenat a pagar” (BUV. Morlá: Ms. 666, c. 1649) “el condenat” (Tormo: La Gatomaquia valenciana, c. 1760); “Si no estiguera condenat a mal morir…” (Gayano: La meua dona no es meua, 1932), etc. Los introductores de La Barraca, seguidores de filólogos expansionistas, corrigen al novelista como si éste fuera desconocedor de su lengua; así, Blasco escribe “Alboraya”, y los correctores comentan: “Alboraya. Debería escribirse con -i- en vez de con -y-” (ib.p.77). Ignorantes, los encargados de la edición de La Barraca desconocían que el prosista respetaba la lengua viva y la de nuestros antepasados. La morfología del topónimo pasó del valenciano al castellano. En el DHIVAM 2019 tenemos documentada la grafía de Blasco Ibáñez:
«El topónim Alboraya ix en el Repartiment (a. 1238) y en atres docs. del sigle XIII (Cabanes: Doc. top., 1981, p.171); “Poble de l’Horta de Valencia: Alboraya, en documents dels anys 1257, 1258, y atres similars que dona Sanchis Sivera desde’l 1238” (Corominas: Onomasticon, p.90) Els colaboracionistes asoles admitixen la grafía catalana ‘Alboraia’.
“Alboraya” (Gaçull, Jaume: La brama del llauradors, c. 1497)
“de prop de Alboraya” (BUV. Ms. Ayerdi: Noticies de Valencia, 1678)
“dels llogarets… Benimaclet, Alboraya” (Orti Mayor: Relació dels bultos, jagants y nanos, 1743)
“correga be la noticia,/ de Alboraya a Campanar” (Romanç… cert quidam, sobre un porch, 1752)
“Meliana, Alboraya, Museros” (Fábula macarrónica… el Rat Penat y el Lleó dels Blanquers, 1802)
“front lo carrer de Alboraya” (Conversació de Saro Perengue… la venguda de Suchet, c.1813)
“ni en l’horta de Alboraya, ni en lo secá de Paiporta” (La Donsayna,1844)
“en la tenda d’Alboraya” (BNM, Ms. 14339, Escalante: ¡Qué no será!, 1862)
“l’alegre horta d’Alboraya” (Almanach de La Troná , 1908)
“de part a part un camí… el d’Alboraya” (Peris: Terres malahídes, 1919)
“llunt; era el terme d’Alboraya” (Herrero, J.: En temps de la Dictaura, 1931)
“Alboraya” (Fullana, Lluis: Ort. valenciana, 1932, p. 66)»

A los herederos de Blasco les daba igual que alteraran la obra en español y valenciano del novelista, mientras cobraran derechos de autor. Ha sido tan descarada esta manipulación que, los mismos que cometían el error de afear a Blasco la grafía “Alboraya”, criticaban a los responsables de la versión de La Barraca en 1969:
«Rechazamos de plano la versión de Aguilar, Madrid, 1969, por sus numerosas e inexplicables infidelidades a la edición de Prometeo (La Barraca, Valencia, 1919)… el corrector entró a saco en el texto de la novela… La forma en ‘ra’ del pretérito imperfecto de subjuntivo es sustituida por la forma en ‘se’. Las oraciones de relativo son reemplazadas por gerundios y, a veces, el gerundio por oraciones de relativo, eliminación de adjetivos, desmontar la frase primitiva…” (La Barraca,1998, p.51).
La estratagema fascista de la República (literaria) de 1934, que pretendía fragmentar España
A poco del óbito de Blasco Ibáñez se iniciaba el esplendor del fascismo europeo de los años 30. La nueva ideología seducía a literatos, artistas y pensadores que, lógicamente, ignoraban las consecuencias del nacionalisno expansivo basado en la raza superior aria. En Barcelona, donde la revista de Jaume Massó (falsificador de Les regles d’esquivar vocables) pregonaba que los catalanes eran arios y, los españoles, africanos, se intentaba sustituir el proyecto de la Gran Cataluña (caricatura de la Gran Alemania de Hitler o la Gran Italia de Mussolini) por otras denominaciones que suscitaran menos recelo entre los vecinos que pretendían devorar. La labor de acecho y acoso a los valencianos se beneficiaba de su carácter maleable y la indiferencia que mostraban hacia la cultura propia, pues centraban su pasión en el fútbol, toros y fiestas populares. Tras décadas de formación catalanista de literatos mediocres y martilleo con actos populistas (como la asistencia del presidente de la Generalitat de Cataluña a la llegada a Valencia del féretro de Blasco Ibáñez, en 1933), el campo estaba abonado. Al año siguiente proclamaría Companys la efímera República Catalana, que apenas duró horas, aunque previamente su “embajador” había estado en el Reino tratando de sumar adeptos al proyecto. Un mes antes de la proclamación citada, salía una revista literaria —similar a las actuales de Eliseu Climent, con la misma protección económica de Barcelona—, que trataba de legitimar el proyecto de englobar el Roselló, Valencia y Mallorca bajo la tutela de Cataluña:
«València presenta la República de les Lletres. República literaria federativa de la qual formen part Catalunya, Mallorca, Roselló i València. La República de les Lletres saluda a totes les Repúbliques literaries d’Iberia: Euzcadi, Galicia, Aragó, Castella, Andalusia, Portugal” (República de les Lletres, n. 1, València, setembre 1934, p.3).

Hay que analizar con lupa esta revista, obra genial del maquiavelismo expansionista catalán de los años 30. Rechazan la voz España, pero usan la de Portugal; y, aunque forman bloque con Cataluña, Mallorca, Rosellón y Valencia, por extraña regla de tres separan Castilla de Andalucía y Aragón; y respetan la singularidad del gallego respecto al portugués. En el proyecto participaron catalanes y colaboracionistas valencianos, especialmente Miquel Duran de València, paradigma de miserable que emigró a Cataluña y, convertido en charnego (perro) agradecido, actuó de talibán del expansionismo. Le nombraron director del Diari de Sabadell y, establecido en Barcelona, también dirigió el diario La Publicitat. Con el apoyo del nacionalismo catalán, trabajó en La Veu de Catalunya y compuso en catalán himnos y canciones, que él llamaba “valenciano”. Con el paragüas económico expansionista fundó La República de les Lletres (1934), y, cumpliendo su vil misión, catalanizó las novelas Flor de Mayo y La Barraca.
La intención política de la República de les Lletres de Duran se muestra en la Introducción, que finaliza con el clarificador «Visca la República Literaria Federativa de la Llengua Catalana” (ib.p.4). Más adelante muestra su avidez al llamar al territorio valenciano “Sud de Catalunya” (ib. p.12). Imitando a alemanes e italianos que reclamaban tierras para espacio vital, el fascismo catalán consideraba suyo el Rosellón y “aquestes vuit provincies: Barcelona, València, Mallorca, Castelló, Alacant, Lleida, Girona, Tarragona” (ib.p.13). Este primer número de la revista finalizaba con el mapa de la futura Gran Cataluña hasta Orihuela, calificando nuestro territorio como “zona catalana” (ib.p.37).
Con habilidad y preparación (también los filólogos y científicos nazis tenía formación académica), las instituciones catalanizadas y sus infinitas asociaciones, editoriales y centros culturales subvencionados han publicado numerosas narraciones cortas y extractos de novelas de Blasco Ibáñez en falso valenciano, todas contaminadas del fascismo filológico que pretendía ampliar Cataluña. El léxico, morfología y sintaxis que Blasco utilizó en vida está prohibido hoy por la colaboracionista Generalitat valenciana y la AVL, nieta putativa del fascismo expansionista de los años 30; así, por ejemplo:
val.: “a lo llunt” (Blasco Ibáñez, V. : La espasa del templari, 1912)
cat.: ‘a la llunyania‘
val.: “garrofera en asientos d’espart y atres achocats” (Blasco Ibáñez: ¡Dimoni!, 1914)
cat.: ‘garrofer amb seients d’espart i altres…‘ (val. ‘achocarse‘; cat. ‘agotzonar-se‘).
val. “ademés de treballar eixes fanecaes…” (Blasco Ibáñez: El femater, 1935)
cat. ‘a més de treballar aquestes fanecadas‘
Blasco Ibáñez introducía léxico inédito; así, l’Alborchi d’Alsira, mercado de cerdos donde, en ocasiones, acampaban gitanos: “Alborchi” (Entre naranjos, 1900). El valenciano de Blasco era incompatible con el catalán. Veamos ejemplos que hoy le impedirían ser funcionario o escribir en algún diario del Reino:
“y cuant el que fora se acachara buscant el…” (Blasco Ibáñez: Colp doble, 1915)
“forn de fanc y racholes” (Blasco Ibáñez: Colp doble, 1915)
“l’aspecte d’achagantats fantasmes” (Blasco Ibáñez, V. : La espasa del templari, 1912)
“confits durs com bales, en más almidó que sucre” (Blasco Ibáñez: Corpus valensiá, 1914)
“desde l’alsacoll al rabo del caball” (Blasco Ibáñez, V. : Corpus valensiá, 1914, p.475)
“l’auloreta del allioli, del abaecho y les sardines frechides” (Blasco Ibáñez: ¡Dimoni!, 1914)
“fantasíes del Apocalipsis” (Blasco Ibáñez, V. : Corpus valensiá, 1914, p.479)
“mustia y apolillá” (Blasco Ibáñez, V. : Corpus valensiá, 1914, p.474)
“en el Archiu” (Blasco Ibáñez, V.: El últim lleó, 1914, p.105)
“per terra com neu perfumá el blanc asahar” (Blasco Ibáñez, V. : Corpus valensiá, 1914)
“asombroses borracheres” (Blasco Ibáñez, V.: ¡Dimoni!, 1914)
“l’ataut dels pobres” (Blasco Ibáñez, V.: ¡Dimoni!, 1914)
“no n’existix atre” (Blasco Ibáñez, V. : La espasa del templari, 1912)
“una descomunal naripia que aulorara el…” (Blasco Ibáñez, V.: ¡Dimoni!, 1914)
“y caminant en sancaes d’avestrús” (Blasco Ibáñez: Corpus valensiá, 1914)
“en les balses del curtit” (Blasco Ibáñez, V.: El últim lleó, 1914)
En vida de Blasco Ibáñez los catalanes normales, no contaminados por la locura expansionista, respetaban y gozaban de los idiomas catalán, español y valenciano, asistiendo a teatros donde se representaban obras en esas lenguas. Por ejemplo, en Tarragona y en tiempos en que Blasco Ibáñez vivía años de gloria, se representó “Cremaes sinse foc”. Los espectadores entendían el significado por ser lenguas hermanas y, por si alguien tenía duda, el autor lo recordaba: “¿Aixó, quína llengua es, chiqueta? -La valenciana” (Gómez: Cremaes sinse foc, Tarragona, 1917, p.20)-
Desde tiempos de Blasco Ibáñez, el fascismo expansionista catalán no ha parado ni un día. En vísperas de las pasadas Elecciones, el colaboracionista diario catalán Levante machacó al lector con medias mentiras, imágenes subliminales y noticias manipuladas para que los valencianos se asustaran de VOX y demás partidos que podrían amenazar “la lengua” ¿Qué lengua, profesionales del autoodio y la mentira? La del Institut d’Estudis Catalans, no la valenciana. En las páginas de esta prensa miserable salían imágenes de colaboracionistas, como si fueran héroes, formando torretas humanas o portando asquerosos y gigantescos trapos de cuatro barras: «La marcha del 25 d’abril llama al voto para avanzar en favor de la lengua» (Levante, 14/04/2019). Aquella locura expansionista que nació en la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, con el final que todos conocemos, tiene su continuidad en la histérica Cataluña del 2019 y los parásitos colaboracionistas valencianos. Sólo nos queda a la Resistencia luchar por los Ayuntamientos.
1Blasco Ibáñez: La Barraca, ed. Cátedra, a cargo de José Mas y María Teresa Mateu, 1998, p.63.