(‘Las Provincias’, 19 de enero 2003)
Supongo que todo lo cervantino está estudiado, aunque desconozco si existen ensayos sobre la obsesión de Cervantes hacia las lenguas. En su póstumo “Los trabajos de Persiles y Sigismunda“ (a.1617), hay quien clama por el idioma perfecto: “¡Qué lengua podrá decir, o qué pluma escribir lo que sintió!” ; y otro, por el contrario, oculta el suyo: “para disimular la lengua, y que por ella no fuese conocido por extranjero, me fingí mudo y sordo”; treta quizá autobiográfica de Cervantes en los intentos de fuga de la cárcel o Baños de Argel. [+]