(‘Información’ de Alicante, 18 /12/ 1992)
En Beniel, cerca de Orihuela, tenemos la calle que era raya o frontera entre valencianos y castellanos; sus vecinos podían pasar del Reino de Valencia al murciano atravesando la vía. Todavía hoy, cosa extraña, conserva el nombre de Vereda del Reino, y hasta el huertano lugar llegaron los ecos del fallecimiento en Valencia del místico Simón en 1612. La sensación de pertenecer al colectivo humano identificado con el gentilicio de valenciano -aparte de fronteras y factores diversos- se sostenía por lazos sutiles, como la fe en sus místicos; y no sólo por la proyección de personalidades como San Vicent Ferrer, que dieron nombre a poblaciones (¿cómo van a olvidar en San Vicent de Raspeig que son valencianos, por mucho que algunos lo intenten?). El cañamazo vertebrador del sentimiento valenciano debe mucho a estos religiosos, tremendamente populares desde Orihuela a Morella. [+]