En pleno ambiente fallero, los descuideros de la inmersión del diario catalán Levante incrementan su ignominia. Con el apoyo del Tripartit de la Fallera Cantimplora y nuestro dinero, presumiendo de progresistas cultos, publican artículos y noticias para aniquilar el valenciano. El viernes, 22 de febrero, promocionaban un vino elaborado por la viticultora Mara Bañó en la bodega ubicada en Jesús Pobre, en la falda del Mongó (que así se escribe en valenciano, no el catalán Montgó). El periodista del Levante intentaba elevar el valor del caldo con ramplona enoliteratura que no ayudaba a levantar ni el vuelo ni el codo y, además, desconcertaba al cliente adorador de Baco. El plumilla se alejaba de la prosa enológica que aporta placer literario y ganas de consumir tintos, blancos, verdejos o tempranillos, por no hablar del noble fondillón. Es lo contrario de la novela Un viñedo en la Toscana, donde el húngaro Ferenc Máté inicia una aproximación con suspense al proceso de creación del divino néctar: “soñé con las semanas de la fermentación: ese olor intoxicante y dulce que impregna el ambiente de las bodegas, que invade las casas e incluso sale por las ventanas…”. Según el periódico colaboracionista, la bodega recupera refranes valencianos en los corchos de sus botellas:
“Les Freses de Jesús Pobre lanza mensajes en sus botellas. Son dichos populares valencianos. «Queremos reivindicar estos refranes y contribuir a que no desaparezcan», explica a Levante-EMV Mara Bañó, la viticultora que lleva esta pequeña bodega que está en la falda del Montgó, en un terreno en el que hace años se cultivaban fresas. Los dichos abundan en la cultura festiva del vino. Los de las botellas de Les Freses son los siguientes: «el vi fa sang, l’aigua fang»… El mensaje es, en este caso, sabiduría gozosa” (Levante, 22/ 02/ 2019)
El sábado pasado, 23 de febrero del 2019, visité Jesús Pobre para ver la bodega Les Freses y su colección de corchos. Estaba cerrada y no pude conversar con la dueña, Mara Bañó, que pese a estudiar Filosofía y Letras no es consciente de que algunos de sus refranes no proporciona “sabiduría gozosa”, como escribe el pájaro del Levante, sino incomodidad y rabia. Así, en el refrán ‘El vi fa sang, l’aigua fang‘, vemos alterar el valenciano ‘El vi fa sanc, l’aigua fanc‘. En lenguas hermanas hay isoglosas tan simples como la terminación sorda -c o sonora -g de ciertas voces. Así, tenemos el valenciano fanc, no fang; el val. castic, no el cat. càstig; el val. fret, no el cat. fred; el val. vert , no el cat. verd, el val. estandart, no el cat. estendard, etc. Amiga Mara Bañó, puedes comprobar que sanc y fanc son voces valencianas desde el origen de la lengua. La documentación la tienes gratis en internet: Diccionari Históric del valenciá modern, 2019.
Tras años de catalanismo del PP, PSOE, Cs y Compromís, siempre asociado al progresismo y demás aderezos y bisutería retórica que camuflan el cerril fascismo del expansionismo catalán hasta Orihuela, los resultados son patentes. En Jesús Pobre comprobé la degradación humana de este pueblo supuestamente valenciano. Era, repito, el sábado 23 de febrero del 2019, y se había organizado una fiesta catalana para degustar la gran “calçotada”, con este excremento culinario traído expresamente de la capital imperial, Barcelona. Por lo visto, la Marina Alta no tiene gastronomía propia: sofrasaes, arrós en costra, paelles, arrós abanda, torrá de chulles, botifarres, llonganises, pilotes de puchero, bull en seba, polp en penques, etc. En la fiesta ondeaban banderas representativas de este noble populacho leal a su Reino, ¡perdón, a su Principat o Imperi Català!. Allí, en lo más emblemático de Jesús Pobre, la plaza del Mercat del Riurau, ondeaban banderas independentistas catalanas junto a las del Barça, claro. A las doce de la mañana ya estaban medio bufats los nacionanistas. Me largué a comer a Benidorm, pero imagino cómo estarían después de la “calçotada amb vi” y los goles del dios Messi al Sevilla. Acabarán elevándolo a un altar como al cerdo Maradona. Lo sucedido el 23 de febrero del 2019 no es excepción. Los amorales políticos del PP, PSOE, Compromís y Ciudadanos, que nos engañan, han obtenido lo que pretendían: convertir el pueblo valenciano en una vergonzosa colonia del fascismo expansionista catalán. En la plaza del Riurau de Jesús Pobre ha triunfado el autoodio: no se tolera la Real Señera valenciana ni la bandera de España. Sólo se admite el nacionalismo catalán por los miserables colaboracionistas de Jesús Pobre; los demás, con sus enseñas, son fachas a perseguir o eliminar.