Sin remordimientos y cobrando, uno de los verdugos oficiales del idioma valenciano, Josep Lacreu, insiste en el engaño en el diario catalán Levante. Hoy imparte cátedra trilera sobre «ravatxol» (Levante, 19/02 /2020), y ampara esta morfología en la autoridad del catalanista Vicent Pallarés (Barcelona, 1951). Al tener asegurado el silencio de la AVL y Universidad, el feliz Lacreu prosigue poniendo alfombras al expansionismo catalán, y los adoctrinadores acentúan la labor destructiva con basura léxica de Lacreu como material didáctico, para convertir en catalanes a los alumnos (misma lengua, misma nación). En fin, que no les tomen el pelo. Aquí tienen documentación del DHIVAM 2020 (gratis en Internet):
ravachol –vocable etimológic, de Ravachol, apellit d´un anarquiste francés del sigle XIX. En valenciá es polisémic: chiquet desficiós, antius trenvíes de Valencia y del alacantí Benalúa, barqueta correu de l´Albufera…: “¿Quí…? Ravachol” (Escalante: Mil duros y tartaneta, 1897)
“els chiquets… al pas del Ravacholet” (El Motiló , 18 de març 1912)
“del Ravachol…” (Casajuana: La oroneta de plata, 1914)
«per totes les víes… el famós Ravachol» (Barrachina Camell: Huelga d’estudiants, 1914)
«Chochim, per mal nom Ravachol» (Mateu Pascual, J.: L’amor del tonto, 1915)
“ha aplegat… Quico el Ravachol” (Gayano Lluch: Del Tersio Extranjero, 1921)
“ravacholet” (Llobat Ferrer: Cada cosa en son temps, 1927)
“l´epoca en qu´existía el ravachol” (Meliá, Felip: Encara queda sol en la torreta, 1931)
¡Cuidado, Lacreu, que González Pons está desatado!
Mientras nos adoctrinan los millonarios almuédanos idiomáticos, el prototipo pepero González Pons, ‘Posturitas’, tras larguísima vida de estafermo institucional, fingiendo sabia tolerancia y cobrando, cobrando, cobrando siempre, ahora resulta que su máxima preocupación no era la defensa de valencianos, sino parir una ridícula y anacrónica novela de tinte erótico. Así que, sin medios, la Resistencia tratará de combatir al leviatán expansionista que adoctrina desde el nacimiento a la muerte. Nunca fue así, ni siquiera en tiempos de la supuesta decadencia en tiempos del Barroco. No hay como dar ejemplos para entender el abismo en que hemos caído con el catalán Ribó, alcalde de Valencia, y demás legionarios sardaneros. Así, a la muerte de Felipe IV en 1665, las autoridades se trasladaron a la capital del Imperio para las exequias, donde fueron tratados con todos, todos, los honores. El papel de ‘risitas’ institucional de González Pons o el Baldoví de Compromís era impensable. El gran convoy de caballeros armados, sirvientes y autoridades, en aparatosas galeras tiradas cada una por seis mulas, llegaron a Madrid y, «a las 3 de la tarde del 8 de diciembre envió la Reyna una carroza para los Jurados» ¿Qué idioma usaron los representantes del Reino para dirigirse a la reina viuda? Puesta en pie, Mariana de Austria recibió al Jurat en Cap, que le dio el pésame o «Embaxada… en valenciano, como se acostumbra«1.
1 Lázaro de Velasco: Funesto geroglífico, 1666, p.214.