Hiriendo el corazón de Valencia, cerca del Mercado Central, tenemos un apestoso vertedero que se hace llamar ‘Octubre Centre de Cultura Mediterrània’. Su misión es contaminar de catalanismo a los valencianos. Prototipo de organismo parásito, la Generalidad lo blindó con millones de euros procedentes de los impuestos. Allí, entre lujo, pedantería y ostentación, la casta del catalanismo crece y se propaga a placer. Las ediciones de libros tendenciosos y los actos que fomentan el autoodio a todo lo valenciano y español es una constante desde que Eliseu Climent, Acció Cultural del País Valencià y la Institució Cívica i de Pensament Joan Fuster, compraron el edificio de ‘El Siglo’ con nuestro dinero.
Los profesores inmersores, en horario lectivo, llevan e incitan a los estudiantes para que, borreguilmente, acudan al antro y admiren las maravillas de la nueva religión del fascismo expansionista catalán, que les permitirá vivir opulentamente. Sobra el dinero para estas empresas improductivas de Eliseu Climent, ser reptialiano que, si ve peligrar la lluvia de euros, desde su revista El Temps o el diario Levante, manda a colectivos como la falsa Escola Valenciana a enarbolar las cuatro barras, berrear por las calles lo de ‘País Valencià’ y amenazar a los políticos de turno. Al día siguiente, cae otra andanada de millones.
Gracias a esta política, más de un enfermo de coronavirus morirá solo en su habitación, sin ayuda médica ni material sanitario. Los hipócritas que nos gobiernan han derrochado y derrochan miles de millones del dinero público con la mafia de miserables fabricantes de autoodio a Valencia y España. Esta secta que nos destruye ha llenado la geografía valenciana de santuarios, todos subvencionados, donde se adora a los dioses catalanistas Joan Fuster, Andrés Estelles, Sanchis Guarner, Enric Valor…; es decir, indignos colaboracionistas que sirvieron al catalanazismo expansionista. Si usted padece coronavirus y se acerca a las telas de araña del catalanismo en cada población del Reino, no espere que le atienda un sanitario o que le proporcionen mascarillas y respiradores. Sólo les ofrecerán propaganda y libros de la Gran Cataluña o Països Catalans. La política del Tripartit y la prensa catalana (Levante e Información) ha sido ahogar en estructuras catalanistas toda la Comunidad Valenciana; de ahí que, por ejemplo, nos asombre el ostentoso ‘Espai Joan Fuster’ de Sueca, la ‘Cátedra Joan Fuster’, ‘Aula Didáctica Joan Fuster’, ‘Col·lectiu ‘Gent de Enric Valor de Castalla’ , la ‘Escola Valenciana’, todos ellos insaciables pirañas del erario público. Siempre están indignados, coléricos y ofendidos. ¡Vaya plaga hedionda de maestros farsantes y sus cachorros! ¿Qué hacen con el dinero que nos roban? Así, en el «Casal Jaume I de Carcaixent’ programan bazofias como la «xerrada de Xavier Lluna, professor de català i especialista en Joan Fuster». Con la locura de bañar en oro el fascismo expansionista catalán, se desperdició la posibilidad de crear una infraestructura sanitaria eficaz, desde Morella a Orihuela, que pudiera paliar embestidas de epidemias como la actual.
Espadones de los nazis catalanes —que consideran raza inferior o bestias a los españoles—, saben que los voceadores de la Escola Valenciana y sus secuaces tragan todo. Recuerdo el menú de la pasada cena de ‘Cap d’Any’ en ‘El Siglo’ de Climent. Allí, entre conversaciones competitivas para ver quién imitaba mejor el catalán y su entonación, se ofrecía de postre «xocolata«… ¿xocolata? Jamás se ha pronunciado o escrito ‘xocolata’ en idioma valenciano, sino ‘chocolat’ o ‘chocolate». No voy a copiar todo lo del ‘DHIVAM 2020‘, donde tienen documentación sobre esta voz. El sustantivo, de origen náhuatl, se incorporó a las lenguas europeas con similares grafías: fr. chocolat, alemán schokolade, neerlandés chocolade, inglés, gallego y valenciano chocolate, cat. xocolata: “es chocolate, donen per morta esta dona” (Serres, M.: Luces de aurora, 1665, p. 374). El apetitoso producto llegado de América figuraba en canciones pascueras:
En las fiestas del 26 de agosto de 1797, el Gremio de Cholateros de Valencia, desde su carro triunfal, tiraba «chocolat» de calidad, que no estaba «podrit, brut, ni corcat». Los parásitos de ‘El Siglo’ y Eliseu Climent no existían en la Ilustracion, afortunadamente.
‘Ya tornem del berenar
de la Font de la Sardina;
s’ham menjat el chocolate
y mos ham deixat la coca fina’
El vocablo comenzó a popularizarse en el 1600:
“canterellets pera chocolate” (ACV. Ms. Melchor Fuster, c. 1680)
“chocolate” (Memorial de robes y mercaderies de la Ciutat y Regne, 1695)
“chocolate y esponchat” (Ros, C.: Coloqui pera riure de bona gana estes Carnistoltes, 1733)
“chocolate…, pera tornar del bateig” (Ros, Carlos: Romanç … les cosetes que deuen previndre les senyoretes pera parir, 1736)
“el chocolat fan claret” (Ros, C.: Paper graciós pera contrafer, 1741)
“sucre esponchat, chocolate” (Coloqui… un llaurador li declara son amor, 1758)
En días de fiesta, la «chocolatá» se hacía en medio de la calle, con bancos y sillas donde nos sentábamos los chiquillos del barrio: “y te per costum de fer… chocolatá (…) va aplegar el moment per fi de la gran chocolatá” (El Tío Cuc, nº 120, 141, Alacant, 1917, p.3) Las tonadas recogieron esta costumbre, que lo mismo se hacía en Alicante que en Torrent:
‘De Torrent, chocolatá,
de Manises l’escudella,
y si anem a Chirivella
botifarra en cansalá’
La organización de la extrema derecha catalanista en el corazón de Valencia, mimada por la Administración, tiene manos libres para emponzoñar al ciudadano, sembrar autoodio y provocar confusión. Allí, junto al Mercado Central, en la calle San Fernando, no le ofrecerán solución a su coronavirus, pero sí le intentarán lavar el cerebro sobre la tiránica España. Allí encontrará escorias como ‘Jo no sóc espanyol’ e infinitas publicaciones similares. Siempre con el cuento de «la dignitat de la llengua», estos beatos de la secta expansionista tratan de destruir España. La solución que ofrecen es que seamos catalanes y hablemos catalán, no valenciano ni español. El citado librejo ‘Jo no sóc espanyol’ recoge opiniones de tipejos como Eliseu Climent, y estos mensajes: «La nació catalana va de Salses a Guardamar i de Fraga a Maó? —Sí, rotundament. No ho pose en dubte».