El conjunto de palabras y frases de connotación inelegante, soez o sicalíptica es casi inabarcable, aunque los lexicógrafos recogen todas las que pueden y, con avidez, tratan de apropiarse de la mayor cantidad de ellas para su idioma, incluso rozando el hurto camuflado de rigurosidad científica. La expresión del título, aunque sorprenda, enlaza con al sust. «mare: matriz o útero» (Escrig: Dicc.val. 1851), empleado como acepción secundaria y, progresivamente, limitado al uso de galenos, parteras y, en menor medida, literatos. Palabra tan usual, ya estaría arraigada antes del 1238, pues el valenciano mozárabe participó en la creación de léxico de esta familia semántica; p.ej.: del latín matrix, -īcis «se conservó en el mozárabe valenciano» el derivado «materal» (sic), localizado en las cercanías de Valencia (Corominas: DECLLC, V, p.477). En la lengua clásica, Jaume Roig recordaba a las que padecían males de matriz: «de mares mals / paroximals» (Espill, 1460); igual que el ms. del Micer de Johan: «Si la orina sera blanqua et no ben clara… te malaltia en la mare he la major partida perque la te plena de suziatat…» (Micer Johan). Otro clasico, Gaçull, recurría a la metáfora moralizante de una joven que debía reposar «la mare» o matriz: “per reposarme yo la mare” (Gaçull: Lo sompni de Johan Johan, 1497).
Las traslaciones semanticas derivaron hacia frases hechas que el pueblo descifraba fácilmente: “tot ix de mare en eixes” (Poesíes que se arrojaron de los carros triunfales, Valencia, 1755); y hubo simplificaciones sintácticas. Así, el proceso de rotura de membranas de la bolsa amniótica con la salida del líquido amniótico, en la lengua coloquial se redujo a «romper aguas». Las aguas, evidentemente, no las rompía nadie; simplemente salían de «madre» por la vagina que, con diversas denominaciones, era lo que conocían de la anatomía femenina la mayoría de nuestros antepasados. La población, en gran parte analfabeta hasta el 1900, ignoraba el proceso fisiológico en el interior del útero, así como el origen de aquellas aguas vaginales que precedían al parto; aunque una prematura irrupción de ellas solía ser indicio de amenaza patológica. Aquella eixida de mare derivaría en ambiguas expresiones polisémicas; lo mismo podía salir el «afecto« que las aguas de un río:
“rebenten de goig los pits, / y el afecte ixca de mare” (Coloqui entre els gosos…, 1755)
Lo de «eixida de mare» ya era una frase frecuente en el Libre de les Medicines del 1300, escrito en una especie de esperanto caótico, obra «de un aragonés de habla mezclada, o de un mudejar valenciano”1. Las afecciones eran variadas: «la durea de la mare e rrent mala olor… e en la orina» (p.97); especialmente graves cuando salía la madre o se padecían hemorragias «de la mare e del fondament e quan la mare hix de fora». La expresión ‘eixida de mare‘ sólo tenía un significado en el 1300:
«dolors… per rrao d estrangolar de la mare o quan es exida de fora» (p.97).
En el valenciano moderno y literario era la propia mare quien, metafóricamente, salía por imperativo reproductivo de la naturaleza. Así, una jovencita «en la mare fora» equivalía a padecer desatado apetito sexual. Con sorna y doble sentido, se ironizaba sobre la muchacha soltera que deseaba ardientemente escapar de los muros de la vivienda:
«Plorant s’encontra Tomasa; / la pobreta está que trina, / de vórer que sent fadrina/ no por eixir may de casa. / Mes a tots diu donya Inés, / que si Tomaseta plora, / no es gran cosa, puix sols es / perque te la mare fora» (Pastor, Francesch: Epigrama valenciá, 1876)
La mare, para muchos, era simplemente la vulva y el «hueco» de salida… y entrada:
«mare:… órgano interior y hueco de las hembras« (Escrig: Dicc.1887)
En las neolatinas hispánicas, cuando el populacho ignoraba la anatomía interna del cuerpo humano, era común que el sust. mare englobara confusamente la placenta, el útero, el mesovario, las trompas de Falopio, la vagina, la vulva, etc. Como hemos visto, en la Edad Media se aludía vagamente al «dolor… en los budells e en la mare« (Libre de les Medicines, s. XIV). La «madre de abaxo», con sus dolencias y «deseos de hombre», surge en diálogos entre cortesanas españolas de la Corte romana: «que vuestra merced estaba doliente de la madre y que yo le daría remedio (…) y cuándo os vino este dolor de madre» . La Lozana aconseja: «Señora, sahumaos por abaxo con lana de cabrón, y si fuese de frío o que quiere hombre…» (Lozana Andaluza, Roma 1524). La expresión «por abaxo» no ofrece dudas de su ubicación. Resumiendo: la frase La mare de ta tía era eufemística y precusora de La figa de ta tía, hoy tan popular en nuestra lengua valenciana:
«¡La mare de ta tía!» (La Chala, 05 /05/ 1928, p.3 )
Estas construcciones sintácticas, pronunciadas de forma vehemente, podían gramaticalizarse en parte o sufrir pérdidas de elementos no imprescindibles para el mensaje semántico. Así sucede, por ejemplo, con la preposición ‘de‘, frecuentemente suprimida en el habla, sin provocar por ello anfibología entre emisor y receptor:
La mare de ta tía > la mare ta tía
La figa de ta tía > la figa ta tía
La creación de voces en valenciano seguía su evolución, como en todos los idiomas, y con ello el enriquecimiento del acervo léxico. Así, nuestra frase hecha dio lugar a una nueva voz exclamativa: ¡lafigatatia!. Nosotros, los valencianos, la pronunciamos de forma rápida y airada, fusionando artículo, posesivo y sustantivos. En realidad, con matices de irritación, censura y de manera sorda, pronunciamos simplemente ¡figatatia!.