Las enfermedades pueden adoptar nombres caprichosos o estrambóticos, y no por ello se consideran vocablos incultos, de extrema derecha o de los infrahumanos (para los catalanistas) habitantes de Valencia y su huerta. Todos sabemos que la patología más temida derivó del latín ‘cancer‘, cangrejo; y nadie ha intentado modificar su morfología, salvo la acentuación, por inapropiada. No sucede igual con el idioma valenciano, donde tenemos el sust. ‘pallola‘, equivalente al cast. sarampión y cat. xarampió.
Esta reflexión de Sala de Urgencias me vino al cerebelo cuando me hurgaban muy cerca del mismo con el palito de marras, el del Covid-19. Aterrorizado, al elevar la cabeza observé un cartelón de la Generalitat Valenciana con la tabla de vacunaciones… en asqueroso catalán.
¡Vaya desconcierto!. Te machacan, golpean, te hacen jirones la conciencia y el bolsillo con dramáticos y apocalípticos llamamientos en defensa del valenciano en prensa, radio y À Punt; pero, con la sangre fría del sádico veterano, te empapelan con cartelería en catalán para liquidar el valenciano. El argumento esgrimido es la necesidad de, por ejemplo, que los sanitarios entiendan al valencianohablante. Es decir, que si uno acude a consulta y explica: «Crec que tinc la pallola per estes y atres rahons: tinc febra, ulls plorosos y m’estan eixint unes taquetes…». El doctor, reciclado por el Servei de Promoció i Normalització Lingüística, corregirá paternalmente al paciente y le dirá que tiene «xarampió«. Si rascamos de dónde procede esta sinrazón veremos que todo responde a la obediencia al IEC y, por supuesto, a la política de ampliar el territorio de Cataluña hasta Orihuela previa unificación (léase catalanización) del idioma:
«xarampió, preferida por Pompeu Fabra, que Aguiló atribuye a Barcelona» (Corominas: DCECH, V, p.159)
Antes de la llegada de los inmersores salvadores de la Gran Cataluña teníamos nuestra propia denominación de la enfermedad, distinta a la de los demás idiomas europeos:
euskera elgorri, fr. rougeole, val. pallola, it. morbillo, rumano pojar, cast. sarampión, cat. xarampió, etc.
El latín palĕa generó abundantes derivados en valenciano, incluido el que tratamos:
“que estava ple de pallola” (Bib. Univ. de Valencia, Morlá: Ms. 666, c. 1649)
“pallola: sarampión” (Ros, Carlos: Dicc. 1764, p. 176)
“pallola: sarampión” (Lamarca: Dicc. 1835)
“pallola: sarampión” (Escrig: Dicc. 1851)
“pallola” (Liern, Rafael Mª: Telémaco en l’Albufera, 1868)
“quína eixida de pallola” (Ovara: Males llengües, 1879, p. 9)
«pallola: sarampión» (Fullana, Lluis: Vocabulari ortográfic, 1921)
“expirat aquell matí de resultes de la pallola” (El Buñol, marzo, 1927, p.7)
“morir de pallola” (Sendin Galiana, A.: ¡Grogui!, 1931, p. 11)
“li ix a u la pallola” (Casinos, A.: Deixam la dona, Pepet, 1931, p.27)
“y en la calor que fa te va a eixir la pallola” (Barchino, P.: Tot lo que relluix, 1931, p.3)
“ma va ixir la pallola” (Sendín Galiana, A.: Ella, l´atra y…, 1934, p.34)
“palloler: enfermo o atacado de sarampión” (Escrig: Dicc. 1851)
En fin, hace falta estar ciego, sordo y mudo para no darse cuenta de que aquí hay un proyecto político expansionista que, con todos los medios a su alcance, asesina al idioma valenciano. Y no percibo, creo, que ningún político se enfrente a esta criminal situación, más propia del nazismo colonialista de los años 30 del pasado siglo. También sospecho que los políticos no tienen conocimientos para poder defender ni siquiera el vocablo ‘pallola’. Enfrente hay auténticos fajadores profesionales de la manipulación y medias verdades. Ejercen de matones auxiliares del expansionismo y, de momento, tienen conquistadas la Generalitat, la academia de catalán À Punt, la Enseñanza, la AVL, los medios de comunicación, etc. Hasta Mercadona, Consum o Decathlon se han sumado a la rotulación en catalán. El dinero y el poder es la única ideología de estos salvadores de la Patria = su bolsillo.
Hace un siglo, por la calle de la Paz de Valencia (en la ilustración, frente a Santa Catalina), los valencianos aún tenían libertad para usar su idioma propio. Así, en la comedia ‘De Dar-Drius a l’alquería’, ambientada en tiempos de la Guerra del Rif, con los escarceos amorosos de un soldado valenciano que ha regresado del territorio africano, la parlanchina Pepa nos habla de la «pascua… y que fan uns panquemaos» y, en la misma página, chismorrea sobre la vecina que enfermó de sarampión:
«una mostra de pallola tingué ella una vegá» (Matíes R. Esteve: De Dar-Drius a l’alquería, 1922, p. 12)
Al usar Pepa el idioma valenciano, no el catalán o castellano, emplea nuestro patrimonial vocablo: ‘pallola’, el ahora prohibido por los parásitos colaboracionistas del fascismo expansionista catalán.