La RACV, caritativa, quiso resarcir al escritor tras el incalificable desprecio infligido en Barcelona en 2019. Los estrategas creyeron que Vargas aceptaría el nombramiento de Académico de la institución y, agradecido, ensalzaría la lengua valenciana usada por Joanot Martorell. Pero Vargas tiene un sutil olfato de roedor que le llevó hasta Villa Meona y, con la edad, se le ha acrecentado hacia los efluvios del money y las puertas abiertas a la promoción, algo que la marginada RACV no puede ofrecer. De ahí el desaire de Vargas que —publicitado a bombo y platillo por TV y prensa canina—, será meritorio para que le perdonen la vida los que tienen la sartén por el mango, los expansionistas que lo consideraron basura humana en Barcelona.
Vargas Llosa y el Tirant lo Blanch
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