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El vampiro catalán y el tren Valencia-Santander

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valencia-santander
La foto de Eguzkiñe Urreta muestra el tren que, desde Valencia y por una infraestructura ingenieril de túneles y puentes admirables, comunicaba Valencia hasta el túnel de La Engaña, en las cercanías de Santander ¿Tuvieron visión de futuro en 2005 los Borrell, Narbona y Mercé Sala? Con la futura prohibición de los coches de gasolina y diésel, fruto de los mismos socialistas ¿el ferrocarril no sería una solución para transporte de pasajeros y mercancías?

Cataluña nunca quiso que los productos valencianos llegaran a Europa por tren… si no era por su territorio. Ni por Aragón, a través de la fabulosa estación de Canfranc; ni por la línea que los hubiera transportado a los puertos del Cantábrico. Por turbias maquinaciones de vascos (puerto de Bilbao) y catalanes (puerto de Barcelona), los socialistas clausuraron la línea Valencia-Cantábrico. La catalana Mercé Sala, del Consell Social de la Universitat Pompeu Fabra y miembro del PSC, tras pasar por el mundo bancario y ser presidenta de los transportes públicos de Barcelona, también deficitarios, fue llamada por el catalán Borrell para dirigir RENFE y eliminar cualquier tímido intento de reabrir el ferrocarril que unía Mediterráneo y Cantábrico desde Valencia.

El desmantelamiento obligaría a usar más camiones contaminantes y el ahora sentenciado automóvil de gasolina o diésel. Se arrancaron los raíles y, además, Mercé Sala ordenó dinamitar los túneles para descartar veleidades retrógradas. Las voladuras no se ejecutaron por la fuerte oposición de los pueblos, ya que albergaban la ilusión del retorno del ferrocarril a unas poblaciones ahora desérticas. En otras naciones como el Reino Unido o Alemania, por el bien social y ambiental que ejerce, el ferrocarril seguía vertebrando territorios, aunque fuera deficitario. Mientras tanto, aquí en España, sólo en Cataluña aumentaba la calidad y disponibilidad de redes ferroviarias de todo tipo. Los catalanes de cualquier comarca estaban comunicados. Por el contrario, en el AVE, los de Madrid tenían que viajar en semicírculo a París… ¡pasando por Barcelona!. Los catalanes tenían las manos libres y, mientras España financiaba los Juegos Olímpicos de Barcelona, poco a poco se cerraban las líneas del Sevilla-Gijón, Valladolid-Ariza (Zaragoza), el directo Madrid-Burgos, el Plasencia-Astorga, el de Guadix, etc. El vampiro catalán, insaciable en su liquidación de España, buscaba desvertebrar y desertizar todo lo que no fuera su sagrado territorio.

Eliminado el Valencia-Cantábrico, eran tiempos gloriosos para el nacional-catalanismo de Pujol el Honesto. Los novios Borrell y Cristina Narbona ejecutaron maquiavélicamente otra jugarreta: negar a Europa -que lo había aceptado- el trasvase del Ebro al Segura-Vinalopó, ya iniciado. El diario del Régimen ofrecía como gran triunfo la suspensión del trasvase, y reproducía la promesa (léase mentira) de Narbona: «Habrá más agua y más barata que con el trasvase» (El País, 19 junio 2004). La solución dictada desde Cataluña era vampirizar el caudal del Júcar, aunque desapareciera el cultivo del arroz y la Albufera. Los enamorados Borrell y Narbona mataban dos pájaros de un tiro: condenaban a la sequía al campo de Elche y Orihuela y, además, fomentaban el odio hacia otros valencianos que, secularmente, habían regado campos con el Júcar. Afianzada la maldad, el diario catalán Información, alborozado, ofrecía la buena nueva para los del autoodio: “El Congreso deroga el trasvase del Ebro y ratifica el del Júcar-Vinalopó” (Información de Alicante, 22 de abril de 2005). Desde esas fechas, para sembrar odio entre valencianos, raro es el día que no publica alguna noticia sobre el agua del Júcar.

Valencia-Cantabric
La tabolla dels Borrell, Pujol, Carmen Albors, Narbona y Mercé Sala mos feren la guillerma d’afonar el proyecte del Valencia-Cantábric. Fet un pasmarot, al costat d’ahon anaven els rails y dabant l’entrá del túnel de La Engaña, de casi 7 km, tinc l’ensómit dels manobrers que, en tandes de 150 homens, treballaren a lo llarc de cuatre anys pera res, y moriren un grapat en eixe túnel hui tancat del Valencia-Cantábric. Mentres, en Valencia, els sanc d’horchata seguíen en traquits y mascletaes, escoltant l’empalagós pasodoble Valencia y emboirats per els encants de les papudes Carmen Albors y Rita Barberá ¡Mos va eixir el porc mesell!.

 

Rahonamenta d’un terroriste blaver entre arbasanes, renocs y granotes… junt al Túnel de La Engaña

Llunt d’Alacant, a pocs metros d’ahon aplegava el Valencia-Cantábric, he fartat com un progresiste de Podemos en el Mesón Begoña, en Santelices, ahon la bona familia que’l du oferix plateraes de chuplat el colse, ademés de la vinarra pera remullar la gola. Al fer fret, els sigrons o fesols en trosets de bedella, botifarra de Burgos, cansalá en cona y choriso, donen fortalea pera enfrontarmos a la saquiná del Valencia-Cantábric. Aixina que, encabant, nemon al Túnel de la Engaña, eixe que la manifesera Mercé Sala volía fer chichines. En el cochet m’acoste en cinc minuts. Abaixe y, chino chano, donant binsellaes en maquencia, aplegue al lleig tapiat que amaga l’entrá al túnel més llarc d’Espanya cuan es foradá a pic, pala y poc més. Chafant la vert estora de la naturalea, els bonicos charquins d’aiua neta, plens de granotes, tisparixos y algún renoc, ocupen el puesto del camí de ferro ahon estaven les víes. Encabant, pegant més d’un bac patétic, m’esgolí per raere y, espentant algelps y cudols em fiquí dins, afosques, en fanc y tarquim dasta’ls garrons.

Per fora, a ma dreta de la fotografía, discurrix el roidós Engaña, que dona nom al túnel. Estos díes pasats portava molta auia, vinguda de montanyes de Santander y Burgos que, junt a la d’atres rius com el Nela, apleguen al Ebre convertinlo en el més caudalós d’Espanya. N’hia que dir que cuan aplega a terres catalanes du auies de Cantabria, Castella y Lleó, Alava, Rioja, Aragó… pero els catalans diuen que eixe riu els perteneix, y que no volen donar ni gota als panolis valencians, encá que siguen perros1 catalanistes.

En fi, lo que mos ocurrix als indolents valencians es de tirar l’am y no peixcar. Ha pasat el temps en que Mercé Sala (hui estará donant cursets de catalá a Mespantofles en l’Avern) fea lo que le ixía de la chona en els ferrocarrils; ha pasat el temps, sí, y la seua llabor destructiva la seguixen fent uns moniatos sindicalistes que se carreguen els viaductes y túnels per ahon anava el Valencia-Cantábric. Diuen que’s recort del franquisme y, per tant, n’hia que desferlos. Y sempre n’hiaurá un Dani Mateo que’ls riurá les gracies.

viaducte de Santelices terroriste blaver

A la esquerra, en blanc y negre, al grandiós viaducte de Santelices junt al Mesón Begoña, a pocs km del Tunel de La Engaña, al peu dels Monts Cantábrics. A la dreta, en coloret de soterrar, el terroriste blaver senyala la barana que’s veu sancera en la fotografía de l’asquerra. Poc a poc, a trompicons de tractors y martellaes, els desfaenats sindicalistes van tots els anys a trencarla, perque diuen que’s ‘franquista’. El ferrocarril Valencia-Santander anava per mig del odiat viaducte. Aixina que, en animals de sequia com estos, els catalans heu tenen tot guanyat. ¡Au, che! M’entorne al Mesón Begoña a ferme un nugolet… o cuatre.

terroriste blaver
Per ací, en este camí que chafe, en cónter del terroriste blaver anava la llínea (cultisme, del lletí līnĕa) del Valencia-Santander. A lo llunt, amagat per abres desfullats, aguarda el futur nostre túnel de La Engaña (¿o sería millor dir de l’Engany catalá?)

1 El vocable, com a insult, es clásic valenciá: “tagarí… perro malvat” (Roig: Espill, 1460); “perro fill de gos engendrat en mala secta» (Martorell: Tirant, c. 1460)