Considerados poemas de raíz popular tradicional, respondían generalmente a una composición de octosílabos o hexasílabos en estrofas redondillas de cuatro versos, donde el estribillo jugaba con versos de enlace; aunque la creatividad y artificio esgrimían múltiples variantes. Erróneamente son considerados exclusivos de la Navidad, pero se escuchaban en cualquier fecha del año y en diferentes acontecimientos, generalmente litúrgicos. Aunque populares, algunos se deben al ingenio de Lope de Vega o al misticismo de Teresa de Jesús, pero la mayoría solían ser anónimos. Otra diferencia con los villancicos actuales es que cada año se componían centenares para conventos, iglesias, catedrales, etc.; es decir, no como ahora que se repite hasta la saciedad el ‘Fum, fum, fum’ catalán, o los cansinos ‘Peces en el río’ en castellano; además de los catalanizados por la inmersión y daños colaterales. Hablamos de tiempos en que Valencia no tenía un alcalde catalán, ni una endiosada vicealcaldesa Sandra Gómez, empeñada en herir sensibilidades en Navidad.
Villancicos en idioma valenciano
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