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Joanot Martorell y García de Cortázar

Publicado en: Articuls

Joanot Martorell escribía en catalán, según Cortázar el Malo

Cuando surgieron los clásicos Ausias March, Joanot Martorell, Jaume Roig e Isabel de Villena, el latín era la lengua administrativa de los reinos europeos occidentales, aunque algunas de las vulgares (distintas al hebreo, latín y griego) trataron de cobrar protagonismo siglos antes; por ejemplo, en el Concilio de Tours, en el 813, se recomendaba traducir sermones a la lengua popular, románica o germánica: ‘in rusticam romanon linguam aut theotiscam‘. La aparición de los primeros textos de los caóticos dialectos no fue uniforme, abarcando desde los carolingios del 800 a los cartularios de Valpuesta, anteriores a las Glosas Emilianenses. Por cierto, Valpuesta está a 80 km de Bilbao, y es incomprensible que el bilbaíno García de Cortázar oculte el lugar donde nació el español en ‘Todo lo que hay que saber’ de España.

Aparte de solapas de libros y folletos turísticos, las fuentes de información de Cortázar sobre los autores valencianos son refritos de catalanes y sus copiadores. Así, para informar sobre Ausias March repite lo dicho por Pere Gimferrer, y lo encasilla como poeta en catalán, igual que hace con Joanot Martorell; es decir, se une a la onírica pretensión iniciada por los académicos de la Academia de Buenas Letras de Barcelona en el 1700, que intentaron hacer creer que el castellano, gallego y valenciano procedían del catalán, y que éste ya estaba en uso en tiempos del Imperio Romano. A los gallegos y castellanos les provocó risa, quedando sólo los indolentes valencianos a merced de las maniobras expansionistas y de copiones como Cortázar.

gimferrer
No hay truco. El pepino craneal se prolonga bajo el sombrero. Pese a su innegable semejanza con El Jovencito Frankenstein, Gimferrer es un escritor catalán del que García de Cortázar copia su sesgado juicio sobre los clásicos valencianos.

Decía San Agustín por el año 400 que las lenguas son imperfectas y cambiantes; relativismo lingüístico que se olvida al opinar sobre la lengua valenciana medieval, cuando el propio Martín el Humano gustaba de leer la traducción del Valeri Máxim a la lengua valenciana, aunque existía otra en lengua catalana. Esta distinción entre valenciano y catalán aparece en el conocidísimo prólogo del Valeri (a. 1395), y tiene más validez la autoridad del humanista de la Corte de Valencia, Aragón y Cataluña que la de los expansionistas catalanes y, por supuesto, la de Cortázar el Malo. Actualmente, en la Wikipedia, cada uno puede decir los disparates que quiera; por ejemplo, de Ausias March, que «tradicionalmente se le creía nacido en Alicante» (Wikipedia). Estas invenciones desconciertan tanto como la manipulación morfológica del valenciano de Ausias March; así, su poema «Llirs entre carts» se altera en «cards», falseando la sorda -t- en la sonora -d-, como ordena el Institut d’Estudis Catalans. Así logran los catalanazis la unidad de la lengua.

Si Antoni Canals afirmaba en 1395 que escribía en valenciano, igual que Joanot Martorell en 1460, ¿por qué miente García de Cortázar al afirmar que escribían en catalán? Un historiador serio debe ir a las fuentes, no a los refritos de filólogos al servicio del expansionismo catalán.

Me revienta perder el tiempo con las imbecilidades de este gudari de VOCENTO. En su libro »Y cuando digo España. Todo lo que hay que saber’, dice que hay que recordar a la novelista británica Jane Austen (+ 1817), pero no a la escritora clásica en lengua valenciana Isabel de Villena, hija del Marqués de Villena, ¡al que tampoco cita!. Para Cortázar tiene más interés el castrati Farinelli que el compositor valenciano Martín y Soler, conocido en Viena como ‘Martini il Valenziano’. Rival de Mozart y Salieri, fue compositor de la Corte de Francisco José I. Llamado por la emperatriz Catalina II de Rusia, fue director de la Opera de la capital rusa. Hoy descansa en el cementerio Smolensky de San Petersburgo. Se le considera padre del vals.

Cortázar, nosequé de VOCENTO, da agonía con su prosa y erudición superficial; por ejemplo, utiliza la figura de Cervantes cual comodín que va y viene en las 637 páginas de ‘Lo que hay que saber’, repitiendo aquello de: «Cervantes dijo del Tirant que era el mejor libro del mundo». Hace falta ser sórdido para usar a Cervantes y ocultar las opiniones lingüísticas del novelista, que fue camarada de valencianos y catalanes en los ejércitos de España y en el cautiverio en Argel. El jesuita Cortázar silencia que Cervantes distinguía entre valenciano y catalán.

cortazar
Afirma Joanot Martorell que escribe en lengua valenciana. Lee Cervantes la novela de Martorell y se deshace en elogios, recordando que la lengua valenciana es tan melosa como la portuguesa. Llega el Dr. Asno y, con gesto adusto, rebuzna: ¡Hiaaa, hiaaa!, Joanot Martorell ¡hiaaa, hiaaa!, escribió en catalán ¡hiaaa, hiaaa!, ¡hiiaaa, hiiiaaaa!.

El tema lo desarrollé hace tiempo,1 por lo que sólo reproduzco algunas líneas: «Cerca de Valencia… la hermosura de las mujeres y su extremada limpieza y graciosa lengua, con quien sola la portuguesa puede competir en ser dulce y agradable» (III,c.12). «al salir de Villarreal… una pastora valenciana… en su graciosa lengua» (Ibid.). Según Cervantes, la lengua hablada por la joven de Villarreal era, sumando adjetivos: “graciosa, dulce y agradable”, sólo similar a la portuguesa. Pero Cervantes no tenía el mínimo interés en defender un idioma valenciano que nadie cuestionaba; sólo le preocupaba el ritmo narrativo y no la inclusión de gentilicios que reafirmaran la existencia de una lengua. El novelista, con elipsis y huyendo del pleonasmo, expone su admiración hacia el valenciano, sentimiento que no prodigó a otras lenguas. En el Quijote, por ejemplo, se muestra avaro de complementos hacia la catalana, a la que no dedica ni una alabanza: «diciéndoles en lengua catalana (…) dijo en su lengua gascona y catalana» (Quijote,II,1615). Aún es más explícito y concluyente en su admiración hacia la lengua valenciana, aunque el Dr. Cortazar el Malo prefiera los cubitos de avecrem que ofrecen los expansionistas y colaboracionistas. Como di a conocer hace décadas, en una obra menos conocida de Cervantes, tras enumerar múltiples jergas y lenguas que no le merecían aprecio, aparecen estos versos que Cortázar el Malo desprecia o desconoce:

«Y si de aquestas le pesa, / porque son escabrosas (las lenguas), / mostraréle las melosas / valenciana y portuguesa» (Cervantes, Miguel de: La Gran Sultana, Doña Catalina de Oviedo. Imp. Viuda de Alonso Martín. Madrid, año 1615, v.1560)

Por cierto, Cortázar ensalza desaforadamente el Descubrimiento de América y a muchos personajes secundarios de la gesta, pero calla que se realizó gracias al dinero del valenciano Luis de Santangel. Hay un motivo para el silencio de Cortázar el Malo: Luis de Santangel no era catalán. ¡Qué distancia abismal existe entre la valentía intelectual del bilbaíno Miguel de Unamuno y la del jesuita bilbaíno García de Cortázar. El primero, sin tapujos, recordaba:

«Cuando Cambó fue a Valencia, el ‘leader’ catalanista, fue a Valencia a una sociedad popular y se puso a hablar en ella en catalán, le silbaron sin dejarle continuar. No les hablaba en valenciano, sino en catalán» (Unamuno, Miguel de: Andanzas y visiones españolas, 1922, p. 217).

En fin, mientras que ni Serrano, ni Thous ni el Himno de Valencia ‘para ofrendar glorias España’ merecen ser citados o recordados en ‘Y cuando digo España. Todo lo que hay que saber’ de Cortázar, éste sí nos ofrece una catarata de datos y citas sobre la grandezas catalanas: «la sociedad catalana, el poeta catalán Bartrina, la defensa del catalán, el bloque catalano-aragonés, la burguesía catalana, la catalana Montserrat Caballé, las tierras catalanas, los catalanes agraviados, la nacionalidad catalana, Ausias March cuyos versos en catalán, Tirant lo Blanch en lengua catalana, el catalán Boscán, el catalán Albéniz, el catalán Pau Casals, el catalán Serrat, el románico catalán, la música catalana, Llull prosista en catalán, etapa catalana de Picasso, etapa catalana de Julio Romero de Torres, el nacionalismo catalán…» Pero el jesuita vasco García de Cortázar el Malo, tras emitir unos graves ¡hiaaa, hiaaa!, ¡hiiaaa, hiiiaaaa!, considera que, por ejemplo, no merece ni una mínima cita el valenciano San Vicente Ferrer.


1 García Moya, R.: Cervantes y el idioma valenciano (Las Provincias’, 19 de enero 2003)


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